La vida es como una montaña rusa, estamos impacientes por llegar a lo más alto, pensamos que es lo que más necesitamos. Pero al llegar te das cuenta de que has estado tan pendiente de llegar a la cima que se te ha olvidado mirar lo que tenías a tu alrededor. Todos esos momentos que has vivido y que no los has apreciado como merecían, porque sí, estar en lo más alto es perfecto, pero también todas las cosas que debes pasar para llegar ahí. No debemos ponernos una meta, ni querer estar siempre en lo más alto, porque las victorias sentarán mejor, si aprendemos a apreciar los pequeños regalos que te hace la vida durante tu ascenso.
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